Mires donde mires el horizonte de Ibiza siempre está rodeado de agua y esta condición marinera a la que se somete la isla es la influencia principal en la gastronomía de ibicenca. Platos hechos a base de pescado de roca de la zona, caldos que exprimen todo el sabor del mar o enormes piezas de mero al horno capturado como orgulloso trofeo de un buen día de pesca, son algunos de los secretos que esconde la cocina y la tradición ibicenca.

Que la cocina marinera en Ibiza sea exquisita, no es ningún secreto pues los fogones se nutren del mejor género posible atrapado en las costas ibicencas. Todo esto es posible gracias a que la tradición pesquera autóctona que sigue funcionando en los puertos y muchos restaurantes cuentan con su propio pescador en exclusiva que procura abastecerles con las mejores capturas. La pesca por tanto, es una de las actividades principales del sector primario de la isla pues antiguamente, mucho antes del auge turístico, sólo existía esta posibilidad o la dedicación al trabajo del campo.

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No es de extrañar que el litoral esté salpicado de pequeñas casetas de pescador, o conocidas también como casetas varadero, acompañadas de su particular muelle de piedra donde amarrar la barca.  Un total de entre 1000 y 1500 casetas pueblan las orillas de la isla y permanecen en pie como vestigios que mantienen vivo el recuerdo del pasado marinero. Estas casetas, que tanto caracterizan la costa, están hechas a base de materiales naturales como piedra, madera de sabina o alga que han logrado soportar el paso del tiempo. Además, según la situación de la caseta y el uso que se le da, suelen tener un carril de acceso al agua por donde deslizar las barcas hasta el mar con un simple sistema de manivela. Son fácilmente reconocibles recogidas en los laterales de cualquier cala o en algún recoveco de las costas más abruptas pero bahías como la de Porroig, la costa de Cala Comte, Sa Caleta o Pou des Lleó están principalmente protagonizadas por este tipo de construcción.

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Estas casetas sirvieron de hogar para los pescadores que años atrás, tenían que alejarse de sus casas durante largas temporadas para poder faenar, pero en la actualidad, debido a que las nuevas generaciones no han seguido con la tradición pesquera de sus padres, gran parte de estas casetas han caído en desuso o se han convertido en un lugar de recreo. Son muchas las familias ibicencas que los domingos se reúnen en la caseta familiar para pasar un agradable día de playa y si no se es poseedor de una, sigue siendo todo un gusto disfrutar del mar junto a ellas pues su ubicación suele estar apartada del bullicio de playas concurridas.

Pese a haber decaído la pesca tradicional, en estas caseta si que se sigue practicando la cocina tradicional ya que no es extraño ver a aficionados salir bien temprano en busca de algún pescado para luego deleitar a sus comensales con Paellas típicas de la isla hechas a base de pescado de roca y marisco o el conocido Bullit de Peix cuya receta seguramente se inventó a bordo de algún pesquero de antaño donde improvisaban deliciosos platos marineros a base de las capturas del día. Concretamente el Bullit de Peix se suele acompañar de arroz a banda preparado con el mismo caldo que resulta de la elaboración del bullit y cuantas más variedades de pescado se le incluya, más sabroso resulta el plato. Cabrachos, meros, rapes, gallos de san pedro, todos son susceptibles de convertirse en un bon Bullit con su delicioso allioli.

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Puede que en la actualidad la pesca ya no sea protagonista de la economía ibicenca, pero sigue siendo algo muy arraigado entre un pueblo marinero como es el de esta isla. Es imposible separar la cultura de Ibiza de la tradición marinera y es por eso que a día de hoy podemos seguir disfrutando de deliciosos platos que concentran todo el sabor del mar y que se hacen a base de pescado fresco capturado con mimo por los maestros artesanos del mar.